Lo dicho en los interrogatorios sobre el joven que disparó a Miguel Uribe Turbay ha generado escalofríos entre las autoridades por la frialdad con la que se ejecutó el crimen.

El sábado 7 de junio de 2025, Bogotá fue escenario de un alarmante episodio de violencia política. Durante un evento público en el barrio Modelia, al occidente de la ciudad, el senador Miguel Uribe, aspirante presidencial por el Centro Democrático, fue víctima de un atentado con arma de fuego.
Según los reportes iniciales, Uribe recibió varios disparos en la cabeza y fue trasladado de urgencia a un centro hospitalario. Ingresó en estado crítico y fue remitido de inmediato a la Unidad de Cuidados Intensivos, donde se le realizaron exámenes para evaluar la gravedad de sus heridas.
Capturan a uno de los responsables en el lugar del ataque
La oportuna reacción del equipo de seguridad permitió la detención de uno de los presuntos atacantes en el mismo sitio del atentado. Un escolta logró neutralizarlo haciendo uso de su arma de dotación.
En videos difundidos en redes sociales se observa a un joven con camiseta verde siendo reducido por ciudadanos y agentes de policía. Testigos lo identificaron como el presunto autor material del atentado, ocurrido mientras Uribe saludaba a los asistentes.
Un hecho que llamó la atención fue que el sospechoso, aún retenido, comenzó a hablar espontáneamente. “Yo les voy a dar los números. Déjenme levantar y déjenme darles los números. Si no me sueltan, necesito darles los números”, repetía frente a los presentes.
Cómo se planeó el atentado
De acuerdo con las versiones recogidas en interrogatorios, los preparativos para el ataque iniciaron el viernes 6 de junio. Ese día, varios de los implicados se desplazaron hasta el barrio Modelia para hacer un reconocimiento del lugar y coordinar los últimos detalles del crimen.
Carlos Eduardo Mora, uno de los capturados, indicó que durante esa noche visitaron la zona por cerca de 15 minutos. En la reunión participaron el menor que disparó, Elder José Arteaga —alias El Costeño— y el propio Mora. Más tarde, este último dejó al joven en una zona conocida como “La Calle del Hambre”, en la localidad de Bosa.
Por su parte, Katerine Martínez, también implicada, aseguró que fue enviada al parque Entrenubes, en la localidad de Usme, para recoger el arma del atentado por orden de El Costeño, señalado por la Fiscalía como el cerebro de la operación.
Revelaciones clave en los interrogatorios
Según documentos revelados por Noticias Caracol, El Costeño habría dado instrucciones precisas para ejecutar el atentado. Ordenó que el grupo llegara a Modelia alrededor de las 2:00 p. m., y permaneció junto con Mora en un vehículo Spark gris, donde luego se reunió con el joven sicario.
Dentro del carro, El Costeño les informó que el arma usada en el ataque era una pistola Glock traída del extranjero, con un valor estimado entre 15 y 20 millones de pesos, refiriéndose a ella como “un juguetote”.
La instrucción dada al menor fue clara: disparar únicamente a la cabeza. Según Martínez, el joven respondió: “Le voy a dar uno o dos en la cabeza y me voy”. También aseguró que el muchacho se mostraba exaltado, incluso entusiasta, afirmando: “Lo vamos a hacer real, le voy a pegar todos en la cabeza”.
Además, Martínez relató que Arteaga le confesó que había una moto estacionada en una esquina cercana al lugar donde los había dejado el vehículo gris, pero que esta no serviría realmente para escapar: “Esa era una fachada. La moto no lo iba a recoger. Esta era una vuelta suicida”.
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