Aunque temporalmente somos muy distantes las mujeres modernas y las medievales ellas al igual que nosotras para vivir bellas intentaban hacerlo con lo que tenían en la medida de las posibilidades.
Así se ponían bellas las mujeres medievales
Lo primero que hay que destacar es que el periodo medieval es muy largo, por lo tanto, el ideal de belleza femenino se va transformando desde el siglo V al XV.
No obstante, si hay algo que predomina a lo largo de tantos siglos en el caso de las féminas occidentales es la influencia de la Iglesia católica, lo que dicta una moda recatada y un arreglo del rostro y el pelo que tiende a la naturalidad. Por lo tanto, se tenía que abandonar cualquier idea de maquillaje y la piel tendría que ser lo más blanca posible para simbolizar la pureza.
Hay que decir, también, que destaca una preponderancia de origen bárbaro en el físico ideal femenino: rubias, de tez pálida (como ya hemos dicho), brazos y piernas largos, rostros ovalados y pequeños, labios rojos, breves y carnosos, senos pequeños y caderas estrechas.
Artificio natural
Pero como se valoraban las mejillas encarnadas, los labios muy rojos, las cejas arqueadas y bien delimitadas y nada de vello en el cuerpo, las mujeres trataban de conseguir todas estas “cualidades” a través de prácticas como la depilación –con ayuda de tiras de tela impregnadas de resina–, los ungüentos para mantener la tersura de los senos o los tintes para el cabello, además de cremas fabricadas a base de vidrio molido y perfumes a partir de azufre.
Tomado de Muy Historia