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En internet está todo, por eso salgo a caminar

Por fortuna no se ha inventado un dispositivo que me diga cuántas cosas pienso mientras camino por cualquier calle del centro de la ciudad.

En internet está todo, por eso salgo a caminarEn internet está todo, por eso salgo a caminar

Pasa que vi por televisión el anuncio de un dispositivo que funciona como encendedor de cigarrillos y como bitácora de viaje (hacia la muerte, o hacia el cáncer, no se sabe), y mantiene al usuario informado por completo de los pormenores de su vicio: todo lo que necesita saber para dejar de fumar (aunque lo único que hay que aprender es a no fumar): cantidad de cigarrillos encendidos, lapsos, y todo lo que un buen fumador ya sabe pero lo deja para luego del siguiente cigarrillo.

Dejando al lado lo del cigarrillo porque ya dejé de fumar y nombrarlo tanto me hace toser, que si inventaran tal dispositivo, tendría que tener la capacidad de almacenarlo todo, no sólo los pensamientos que alcance a percibir un escritor y los que caminan dentro de él; todo lo que se le ocurrió a alguien, sucedió en la calle, aunque llegara a materializarse luego, y por lo general, en un laboratorio, en una biblioteca, en un escritorio, en un cuarto de baño.

Bien, y a lo que vinimos (yo, porque vine solo): se encuentra de todo en la viña del (la) señor(a) Internet, pero el resto, lo que aún no, está afuera, dentro de las cabezas de los que caminan dentro de la cabeza de un escritor, o de un lector.


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