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Los reflejos del fútbol

Desperté en una ciudad sin nombre llena de espejos; Bogotá, digamos. No, mejor una de las que están de moda: Natal, Cuiabá, Fortaleza, Recife, Manaos, cualquiera de las que algunos ni siquiera tuvimos idea de su existencia antes del mundial Brasil 2014.

Los reflejos del fútbolLos reflejos del fútbol

Decía que desperté en una caja de espejos infinitos en la que sobrevivían y sobrevenían millones de reflejos. Uno sobre otro, danzando como si el mundo fuera un gigantesco caleidoscopio. O mejor, como si no lo fuera. Ahí desperté: en medio de una muchedumbre enardecida que coreaba proclamas en diferentes idiomas y levantaba pancartas llenas de letras, de dibujos, de símbolos universales.

Me causó gran curiosidad que todo transcurría sin dañar en absoluto algún elemento público; de hecho, mirando bien, había quienes levantaban papeles arrojados por otros (sin intención seguramente), o avisaban a los más lentos que se retiraran a las aceras para que se mantuvieran protegidos de cualquier empujón o pisada del gentío que mantenía el buen ritmo hacia quién sabe dónde.

Me extrañó un poco tanto orden, porque si a algo está acostumbrándome este siglo veintiuno es que las manifestaciones terminan en desmanes y descontrol social, son todo menos públicas, son todo menos manifestaciones pacíficas. Por lo menos, pensé, desperté en mi tiempo y no, como me ha sabido suceder, por allá en medio de una guerra de independencia o en una expedición visionaria y suicida en medio de un océano sin nombre.

Desperté y, justo ahí, está usted junto a todo, junto a un Aleph. En cualquier espejo nos veo claramente: en uno soy un poeta, en otro un bloguero, en otro soy James Rodríguez (ese espejo sabe lo que pienso); en otro, un dibujante cualquiera, en otro Karen Vinasco. Quizá, si sigo buscando, en alguno seré Shakira, o Pambelé; Pelé o el Pibe Valderrama; ¿Por qué no Maradona o Michael Jordan?


En resumen, podré serlo todo, y nada; en resumen, para serlo todo basta despertar. Lamentablemente, desperté en una ciudad de Brasil, durante el mundial, y todos están demasiado ocupados con el fútbol y no tienen tiempo para la realidad de los espejos.

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