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Mujer: ¡Fresca! No tienes que ser perfecta

Mujer: ¡Fresca! No tienes que ser perfecta Mujer: ¡Fresca! No tienes que ser perfecta

Acéptalo, por más que lo intentes nunca serás perfecta, entonces, ¿por qué no eliges mejor ser feliz? 

Hoy por hoy, la sociedad nos vende el cuento de que tenemos que ser perfectas: perfectas amantes, perfectas cocineras, perfectas amas de casa, perfectas mamás… ¡la perfección es nuestro nuevo yugo! Porque no olvidemos que además debemos lucir perfectas. Y es que ser mujer hoy en día no es nada fácil. Los estándares están muy altos, puestos en la cima del monte Everest por congéneres como Beyoncé, cuya vida, obra y físico son tan perfectos que rayan en lo ridículo. ¿Es que no podemos ser más frescas?

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“El gran desafío para la mujer del siglo XXI es la conciliación de todos los ámbitos de su vida, sin dejar de ser ella misma. La desigualdad a la hora de acceder a los puestos de trabajo es evidente. Todo esto se suma al hecho de que cuando llega a casa, ‘debe’ ser capaz de realizar correctamente las tareas domésticas y cuidar de sus hijos, sin quejarse, y todo esto no debe afectar su vida social ni personal”, explican los psicólogos de psico.org. Y tienen toda la razón, ¿no?

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Levanta la mano si te sientes culpable cuando decides no cocinar y pedir a domicilio; o si te sientes mal cuando sales de tu trabajo a la hora de salida y no horas después; o si te levantas el domingo a las 6 de la mañana a barrer, trapear y lavar la ropa… (después de haber trabajado durante toda la semana, por supuesto).

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¡Fresca!, no estás sola, muchas, muchísimas mujeres le apuntamos a un ideal imposible de alcanzar, tanto es así que recientemente salió al mercado el libro Dejar de amargarse para ImPerfectas, escrito por Lucía Taboada e ilustrado por Raquel Córcoles. A continuación te compartimos sus 10 mandamientos para dejar de amargarse, publicados por HuffingtonPost:

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Más allá de la gracia que nos puedan causar estos mandamientos, ¿reconocemos en nosotras mismas a los verdugos que nos condenan? Es decir, ¿somos nosotras mismas nuestro peor juez? No significa que tengamos que ser mediocres para ser felices, en absoluto, pero no midamos cada aspecto de nuestra vida con una vara tan alta y, además, ajena.

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