Conoce la historia de Diana, una abogada que estaba el día del atentado contra Miguel Uribe, su caso se ha vuelto viral en redes sociales.

El pasado sábado 7 de junio de 2025, se presentó un grave hecho de violencia política en Bogotá. Miguel Uribe, senador y precandidato presidencial del partido Centro Democrático, fue víctima de un atentado con arma de fuego mientras participaba en una actividad en el barrio Modelia, al occidente de la capital.
Según los reportes iniciales, Uribe recibió múltiples disparos en la cabeza y fue trasladado de inmediato a un centro médico, donde ingresó en estado crítico. A su llegada, fue remitido directamente a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), donde se le realizó una tomografía para evaluar la severidad de las lesiones.
Uno de los integrantes de su equipo de trabajo relató cómo ocurrieron los hechos luego de una reunión política en la localidad de Fontibón: “Ya habíamos terminado el evento y caminábamos entre la gente cuando, desde atrás, comenzaron a disparar. Se escucharon dos o tres tiros”.
Joven abogada acusada de ser cómplice en el atentado de Miguel Uribe
La historia de Diana, una joven abogada de 25 años que estuvo presente el día del atentado contra el senador Miguel Uribe, ha generado conmoción tanto en su entorno familiar como en redes sociales.
El pasado sábado 7 de junio de 2025, se registró un grave episodio de violencia política en Bogotá. Miguel Uribe, senador y precandidato presidencial por el partido Centro Democrático, fue víctima de un ataque con arma de fuego mientras participaba en una actividad en el barrio Modelia, al occidente de la ciudad.
Diana, injustamente relacionada con el atentado
Días después del atentado, comenzaron a circular en redes sociales imágenes y videos del momento del ataque. En varios de estos registros, los internautas notaron la presencia de Diana y, sin fundamento, comenzaron a vincularla como posible cómplice del crimen.
Según el diario El Tiempo, Diana trabaja para una entidad del Distrito y no tiene antecedentes penales ni vínculos conocidos con grupos criminales. A pesar de ello, su aparición en algunas tomas bastó para que fuera blanco de señalamientos, acusaciones y comentarios ofensivos, lo que desató una ola de desinformación que afectó profundamente su vida personal y profesional.
Diana explicó que acudió al evento por invitación de una colega abogada, quien le comentó que asistirían personas influyentes. Aunque no tiene una fuerte afinidad con figuras políticas, decidió acompañarla.
Al llegar, tuvo dificultades para ubicar el lugar exacto del evento y estuvo en contacto con su amiga mediante llamadas y señas. Estos gestos fueron interpretados por algunos como “coordinaciones sospechosas” con supuestos cómplices, lo que agravó la difusión de teorías infundadas.
Diana relató que, cuando ocurrieron los disparos, pensó inicialmente que se trataba de pólvora. Solo al ver la reacción de la multitud comprendió la gravedad del hecho y se lanzó al suelo para protegerse.
Lo que no imaginó fue que, al día siguiente, su familia la llamaría desesperada al verla involucrada en publicaciones virales donde era señalada como posible partícipe del atentado. Su rostro y gestos fueron malinterpretados por usuarios de redes sociales, lo que la convirtió en víctima de linchamiento digital.
Además, reveló que sus rasgos indígenas fueron objeto de discriminación, siendo insultada y etiquetada como “guerrillera” o “cómplice”, sin ningún tipo de prueba. “¿Cómo puede la gente difamar así, sin una sola evidencia?”, expresó, visiblemente afectada.
Acciones legales y consecuencias emocionales
Frente a esta situación, el 9 de junio, Diana presentó una denuncia ante la Fiscalía General de la Nación por injuria y calumnia. En su declaración, dejó claro que no tenía ningún vínculo con los autores del atentado y que todo lo ocurrido fue resultado de una peligrosa ola de desinformación.
La joven abogada también señaló que, pese a los esfuerzos de su familia por limpiar su nombre en redes, los ataques continuaron y la afectaron profundamente a nivel emocional. Como consecuencia, inició un proceso de acompañamiento psicológico.
“Jamás pensé que tendría que exponer mi vida de esta forma. No tengo nada que ver con ese atentado. Solo quiero recuperar mi tranquilidad y limpiar mi imagen. Las publicaciones falsas no solo son irresponsables, también destruyen vidas y desvían la atención de las verdaderas investigaciones”, concluyó.
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